miércoles, 20 de febrero de 2008

El tiempo prevalece.


Todos llevamos con nosotros el vacío, el Tiempo. Estamos rodeados por un aura negra; Eso es el Tiempo. Un aura oscura grande al principio pero que va menguando lentamente. Somos tan cobardes que intentamos llenar ése aura de cosas. Nuestras acciones son vanas, sólo son para hacernos más llevadera la verdad que hay dentro de nosotros, el aura se comprimirá hasta aplastarnos y reducirnos a "nada". Nada prevalece, ni tan sólo los recuerdos.
Miles de sombras vacías caminaban a toda prisa por la ciudad. Miles de almas vivían corriendo lejos de la muerte. Miles de almas lloraban desesperadas aferrándose a lo material hasta construir un refugio que les salvase de la muerte. Todas salvo aquella alma tumbada en medio de la acera, sonriendo, viendo cómo las nubes eran más rápidas que las grises sombras de la ciudad.
Esta alma no tiene nombre, al menos en esta historia. Su tiempo no era precisamente amplio, ni más claro que los demás, ni tan sólo más oscuro; Era un alma igual que las demás, sólo que no tenía prisa, ni miedo. Caminaba alimentando sus ojos, dejando que las apresuradas sombras de la ciudad la atravesasen sin sentir dolor, agarrando el viento con sus manos, escuchando el leve menguante bombear de su corazón.
No se vive si no se muere.
No importaba cuántas cosas acumulase, el Tiempo la iba a aplastar como a las demás. No importaba cuánto pudiese hacer y pensar, el Tiempo la iba a aplastar como a las demás.
Las almas no son suficientes, el Tiempo siempre prevalece. No importa cuánto hagáis, penséis o tengáis.

Sólo, cuando dos auras negras en vez de atravesarse se entrelazan, se agarran la una a la otra, entonces se crea un nuevo Tiempo, el tiempo de las almas, el Tiempo infinito, el amor, el recuerdo perpetuo, el nacimiento de un universo.
No importa cuánto hagas, ni pienses, ni digas ni tengas, si no amas, el Tiempo prevalece

No hay comentarios: