lunes, 21 de junio de 2010

Bueno pues, ya estamos de vuelta .. creo

Buf, hace mucho tiempo que ni se me pasaba por la cabeza escribir en el blog. La verdad, no tenía ganas de escribir aquí, ni en ningún sitio. En Junio empecé una nueva aventura profesional pero eso sólo ha sido una excusa más para no tener que escribir aquí. He vivido momentos geniales que me encantaría haber compartido con vosotros en el blog pero tampoco tenía ganas de hablar sobre ellos, supongo que en el fondo, tampoco eran tan geniales o tan transcendentes. Dejé de escribir porque sólo tenía ganas de escribir sobre un tema, del mismo tema del que siempre hablo en mis posts, aunque venga camuflado, siempre hablo del amor, o de su ausencia.
Estaba harto de revolcarme sobre la autocompasión y decidí que o mejor era dejar este canal, dedicarme a mi carrera, a mis amigos, a mi vida. No es que ahora quiera volver a por un revolcón de esa autocompasión tan complaciente, ahora quiero volver a escribir; con las mismas ganas que tenía a los 16 años. Quería, de verdad, ser escritor; pequeñas historias, tonterías, ilusiones, siempre han rondado por mi cabeza loca e infantil. No importa que ahora tenga un trabajo serio, que no tenga tiempo de pintar, de ir en monopatín, no puedo dejar de ser como soy, ni de hacer lo que me gusta, aunque sea en mi cabeza.
Obvio, seguiré hablando del amor, de vez en cuando, pero ya no lo haré como lo he hecho hasta ahora. He dejado de creer en algunas cosas, y una de ellas es ese tipo de amor desgraciado-eterno que puede hacer que alguien se consuma en la tristeza. Así que no creo que sea demasiado asiduo a escribir en el blog, lo haré cuando de verdad quiera compartir una historia y no no una milonga amorosa.
Pues lo dicho, creo ... que vuelvo.

martes, 8 de septiembre de 2009

El robo


Ahora mismo un mar tranquilo, sereno, turquesa, pasea por mi cabeza. Una antigua almadraba y un silencio interrumpido sólo por la brisa. Es lo único que oigo, un susurro de viento. Ella gira la cabeza y me habla y sonríe, pero esto es una película muda, a color pero muda, como en super ocho. Tiene los ojos entrecerrados por el sol que se refleja en su piel dorada de verano. Su nariz se arruga al sonreír, como todas supongo, pero a mi me parece especial, es una arruga felina. Lleva un biquini azul que esconde entre sus rodillas de forma púdica. Se que a veces siente timidez cuando está conmigo.
El sol brilla en mi habitación, sobre mi brazo, acariciándome, comprensivo, él también estaba allí. Yo debo estar filmando, porque el recuerdo se mueve y yo no tengo pulso, hasta casi se me cae la cámara. El viento agita su cabello en una caricia mientras ella mira al infinito y su cara se ensombrece un poco, preocupada. Enfoco hacia el mar que baila lentamente con los dedos de nuestros pies. La arena se desliza jugueteando sobre éstos. Me hace cosquillas y los retiro un momento. Respiro fuerte, inundando mis pulmones de aire y mi cabeza de recuerdos; pienso en otra mujer.
Ramas rotas, troncos, traídos por las olas, estancos ahora en la playa tras un largo tiempo siendo piratas. Es triste. Adoramos esqueletos de las criaturas del mar, pechinas, conchas. Imagino una playa llena de restos humanos. Ella me mira extrañada. Sonrío. Me da la espalda. Sigo pensando en otra mujer y estoy muy lejos de la playa. Estoy en una habitación, oscura, entra la luz desde algún punto del techo. Besos en la espalda. Un escalofrío, la cámara tiembla frente a un espejo y veo al cámara. No soy yo.
Vuelvo a la playa. Estamos recogiendo, nos vamos. Ella no es feliz. Da igual, yo tampoco. De pronto la escucho, tiene la voz muy suave, dulce. No entiendo lo que dice y no sonrío como un tonto, pongo mala cara. No estoy seguro de ser yo quien filma esto. Intranquilo, camino hacia el coche para ver quién está detrás de la cámara enfocando al retrovisor. Soy yo. Mierda, soy yo.

martes, 21 de abril de 2009

Tortugas


-¡Bah! Nada más que tonterías- Amancio estaba enfadadísimo; Aquella conversación le sacaba de quicio, no soportaba la "cháchara" tonta e ilusa de aquellos aprendices de engañabobos soñadores. -¿Tanta fantasía no os pudre el cerebro?¿No veis la realidad, todo el horror que nos rodea, la sangre, el hambre, el sufrimiento?

Nuestra pequeña república de sueños, de justicia, de cambio, tan alejada de aquella metrópolis sumida en la fausta tradición y poderes establecidos, estaba derrumbándose golpeada por el caos de la vanidad y el ansia. Tras 50 años de paz y prosperidad, viejos perros de la vieja patria volvían a ladrar y, con ese estallido, a destruir el gran castillo de sueños e ilusiones que habíamos construido. En agosto, un agosto de sudor y sequía pero de vacaciones y felicidad, los temblores de los coches de guerra se hicieron amos de las calles. un fuerte olor a pólvora se adhería a absolutamente todo; Las casa de un precioso estilo colonial olían a pólvora, la ropa tendida de un blanco inmaculado olía a pólvora, los juegos y sonrisas de los niños olían a pólvora. La viscosidad de la sangre injustamente derramada era dueña ahora del ambiente, del aire, del mar, la tierra.

-¡Sólo decís tonterías- insistió Amancio- Sólo tonterías, sólo ¿No os preocupan las muertes, la injusticia, el dolor? ¡Dejad de huir, afrontad la realidad! - estalló en un llanto mientras intentaba ocultar sus lloros tras unas manos temblorosas, asustadas y cansadas. Amancio había perdido a su mujer y a su hija a manos de los golpistas. Entraron en su casa de noche; Los golpearon, insultaron, escupido y a ellas, violado y finalmente asesinado brutalmente. Amancioni tan solo fue puesto preso, le dejaron allí, llorando, ahogándose en el dolor de la pérdida abrazando a su hija y a su esposa, aullando como un lobo en una noche de luna clara que reflejaba su dulce luz en las avenidas ensangrentadas. -¡Todo, lo perdí todo!- Amancio cayó al suelo entre temblores, miradas y el miedo de todos los presentes a ser delatados. Eran tiempos donde la verdad vivía en las venas de la gente y se escondía del mundo por miedo a ser asesinada también. Tiempos donde el dolor era acallado a golpes.

Nos levantamos e incorporamos a Amancio para llevarle a casa, lejos de los delatores, lejos y a salvo de correr la suerte que tantos otros habían vivido. Como las tortugas, teníamos que enterrar nuestro futuro para protegerlo de los depredadores y marchar o morir confiando en la eclosión de nuestros huevos.

Caminamos acarreando a Amancio por calles y avenidas a paso ligero e intentando no clavar nuestras miradas en los huecos de las balas, en las ruinas y en la propaganda de los golpistas, figuras victoriosas, superhombres que ahora predicaban "Paz y Progreso". Cada vez que veíamos alguno de esos carteles, la sensación de angustia y rabia nos hacía crecer las uñas como las de un jaguar para poder arrancar hasta el muro donde estaban pegados. Caminábamos sin saber dónde mirar; El cielo no nos reconfortaba a pesar de saber que las estrellas nos lloraban y tampoco podíamos mirar al suelo pues, la visión de nuestros zapatos roídos y desgastados nos deprimían en el recuerdo del día en que los estrenamos, probablemente para ir al club o al casino; Tiempos de gloria, risas, bailes, champagne y mujeres.

Amancio se detuvo, sacó una llave del bolsillo y, aunque aún vivía allí, dijo- Ésta era mi casa-. con un paso lento, arrastrando los pies, entró en el portal, se dio la vuelta, sonrió y dijo adiós con la mano y el corazón. nos quedamos petrificados ahí, contemplando aquella casa, los agujeros de las balas, el rastro del fuego, el jardín envenenado por el odio y aquel portal que era la misma boca del infierno. La garganta seca se recogió en sí misma hasta llegar a la boca del estómago. Intenté encender un cigarrillo con tanta ansiedad, rascando con fuerza y torpeza la rosca del mechero pero las manos me temblaban tanto, tanto ... Del interior de la casa se escaparon un grito y un disparo. Nos giramos hacia la calle y Gabriel, ahogado preguntó -¿Os he contado alguna vez cómo a lomos de una tortuga viajé hasta el reino de Java? -No- contestamos entre sollozos, apretando los dientes y puños con lágrimas en los ojos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

El amor con Tristeza


Imágenes vuelan por mi cabeza a toda velocidad. Imágenes de besos, abrazos, gemidos, susurros, caricias, estallidos, escalofríos, caídas sobre cojines, sinalientos, miradas encendidas, miradas tranquilas, vaho de unos labios carnosos, lágrimas. Y me siento vacío. Mis manos se elevan intentando alcanzar mis pensamientos, sentirlos, atrapar los deseos. Y me hago pequeño; Algo insignificante que se arropa a si mismo en un rincón del lugar más escondido de un cuarto de 3 metros cuadrados que se expande hasta alcanzar el aislamiento del eterno infinito.

Unas manos fantasmas recogen mi cara; Los espectrales pulgares dibujan el recorrido de mis lágrimas a la inversa. Siento un beso frío en la frente y oigo un "te quiero" que proviene del mismo olvido. Tristeza se presenta siempre de la misma forma; Ella es así.

El amor con ella es un mar de sudor frío, una sensación helada que recorre todos mis sentidos hasta robar un poco más de mi tiempo de vida; Siempre me roba un pedazo de aliento estrangulándome con su tul blanco, lamiendo mis lágrimas y riendo suavemente en mi oído mientras hace tirabuzones con su nariz en mi pelo.

Deja tras de si una suave brisa ártica y la sensación que jamás se irá del todo.

Quiero un hijo de Tristeza. Le llamaré Odio.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Despertares


Desperté flotando en un lago. Todas las estrellas del universo posaban sus miradas sobre mi. No hacía frío, todo estaba en perfecta calma. Intenté moverme, no podía, estaba rendido al momento, al placer de una tranquilidad con la que jamás había soñado. Una pequeña corriente de agua helada recorrió mis mejillas, estaba llorando -¿Felicidad, tristeza?- No lo se. Todos mis sentidos empezaron a actuar como si nunca antes hubiese sentido nada; Estaba naciendo otra vez. Aspiré una gran bocanada de aire fresco y mis pulmones se expandieron levitando mi torso por encima del agua para volver a caer suavemente como una pluma. Mis dedos empezaron a juguetear con el agua con la curiosidad y diversión de un niño.

El mundo empezó a girar a mayor velocidad, como un travelling circular en una película, y la danza de las estrellas en el cielo formó un espiral de luz.

Desperté con el molesto dolor en los ojos que provoca una luz encendida sobre la cara. -¡Dios!- ¿Donde estoy?-. El despertar blanquecino me provocó un dolor de cabeza punzante e inmediato. Me incorporé sobre mis codos mirando alrededor. Un hospital. Un tío con bata y sonrisa asquerosamente de anuncio apareció delante de mi cara moviendo los labios. No podía oírle y el tío aún mantenía la sonrisa esa de los cojones. -Agua, tengo sed-. Todo me dolía y tenía la boca, no pastosa, arenisca, como si me hubiese bebido un desierto. El tipo me dio una palmada en la espalda, aún no podía oírle con nitidez pero supongo que debió soltar algo como -¿Cómo se encuentra?- y tal, lo típico ¿No?. Una enfermera me trajo un vaso de agua y con una dulce sonrisa logró que me incorporará del todo para tomar el vaso mientras mis ojos perseguían su escote.- Gracias- De nada-.

Sufrí un "terrible accidente" con el alcohol y pastillas y había pasado 3 años en coma. -¡¿Tres años en coma?! ¡Y una mierda!-. Yo recorrí el mundo esos tres años, tenía miles de recuerdos nitidísimos. Estuve en una isla desierta e hice un amigo al que llamé Viernes, di la vuelta al mundo en 80 días, viajé a la Luna, fui un gigante en una tierra extraña, salvé al mundo en muchísimas ocasiones. ¡Y una mierda en coma!

Estaban matando mi vida. Me dijeron que esas historias eran cuentos y novelas clásicas, incluso me trajeron libros de esas aventuras. Los días que pasé en aquella habitación acabaron por destruir mi vida. Todo había sido falso. Yo sólo era Yo, nadie. Al salir tampoco se me abrió un universo de oportunidades y aventuras. No recordaba a qué me dedicaba, no recordé mi casa al entrar, ni a mi familia, ni amigos. Nada. De noche sólo soñaba con el lago, la Luna, las estrellas, las sensaciones y el escote de la enfermera de mi despertar.

Ahora mismo estoy sentado en mi salón. Me he bebido una botella de whisky y hay un surtido de deliciosas pastillas frente a mi. Voy a volver a soñar, no, a vivir en mi lago, mi Luna, mis estrellas y, quien sabe, quizá me acompañe esa preciosa enfermera.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Un final


Ella está en silencio, sentada a mi lado, tranquila, cansada. Apenas dos centímetros nuestros hombros pero miles de kilómetros separaban nuestros corazones. Encerrado en un tubo de metal con alas junto a cien almas desconocidas. Odio volar, me asusta, me frena, me impide; Cada sacudida, cada mínimo movimiento me hunde en el pánico. El suelo desaparece, se me escapa de los pies e intento agarrarlo con mis manos. Ella reacciona en alguna ocasión, me mira, callada, sin expresión. Compromiso. No siente nada. Me mira porque cree que debe hacerlo por respeto a mi pero no siente nada.

Todo el tubo se vuelve frío. Me siento helado, solo y asustado. Estoy solo. Nadie puede compartir el miedo conmigo. Las almas alrededor se convierten en humo. Nubes de humo gris sin vida, sin conexión, sin movimiento, sin expresión. Nubes de humo gris y ella. Me ahogo en un único pensamiento. "Si muero aquí, muero solo. No hay nadie en aquí que me quiera. Moriría abandonado. Las nubes grises no me conocen y ella no me quiere. Solo". Quiero llorar, quiero gritar, quiero que me abrace, que coja mi mano, que me mire y ver en sus ojos amor.

Aterrizar es un infierno que pasa rápido. El aire vuelve a inundar mis pulmones y el espacio se expande a mi alrededor. Ya estoy a salvo.

Solo yo he sobrevivido. Ninguna de las almas vuelve a su estado natural, siguen siendo nubes de humo gris. Ella va vaporizándose mientras y frío beso se cuela por mi boca. Al abrir los ojos de nuevo ella se ha perdido entre el resto de nubes grises.

martes, 14 de octubre de 2008

Las manos en la caja


Curioso. Miro mis manos con sumo detalle; Miles de líneas que se cruzan, rebotan y se pierden por el abismo del incierto final de la palma. Nuestro destino tatuado. Al nacer, los niños tienen las manos arrugadas, millones de líneas indescifrables, un destino no marcado, un futuro por delante. Según pasan los años nuestro camino se va marcando en nuestras palmas. El código de barras de nuestras vidas que marca nuestras acciones pasadas y futuras, nuestros miedos e inseguridades, nuestras virtudes y nuestros pecados. Las huellas dactilares son una pantomima si podemos averiguar toda esa información con las palmas de las manos. Encontrar unas manos dentro de una caja, por muchas líneas que tengan dichas manos, no es suficiente para esclarecer, desgraciadamente, por qué.

Llegar a tu casa, destrozado por el trabajo, con unas ganas increíbles de coger una cerveza fría, lanzar los zapatos contra aquel estúpido cuadro de escena de casa y tumbarte en la butaca e hipnotizarte con el "sinsentidoalguno" que echen por TV y recibir la, siempre inoportuna llamada, de la central ordenando a tu sucio, miserable culo de funcionario del orden que se levante y tire cagando hostias para allá, eso ..., eso amigos, es todo un indicio de que va a ser una noche larga, dura e insufrible; Tal como a mi me gustan.

Tarde, tan tarde que la Luna roncaba y babeaba, ahí estaba yo. Mi mueca de asco inamovible, mi estómago con los papeles del divorcio en mano, frente a una caja mugrienta y apestosa de cartón mojado. Dentro unas manos amputadas y todo el asco que puede dar la visión de éstas, la sangre reseca ennegrecida y su putrefacto olor. Mis ojos escrutaron aquel "regalo de cumpleaños", aún adormilados, como buscando una nota; De alguna forma esperaba que el autor de tan polémica (nota mental: Dejar de leer el Readers Digest) obra firmase aquello. Nada. Claro que nada, si todos los asesinos, ladrones, etc dejasen una nota tras sus actos mi trabajo sería bastante sencillo. ¿No creen?.

Bueno, pues así estaban las cosas. Llamamos a todos los hospitales preguntando por tipos en la sala de espera sin manos, enviamos el regalito al laboratorio forense (Forenses, aquellos niños que de pequeños se arrancaban las costras con placer y se recreaban observándolas y hasta probando su sabor). Varón, treinta y tantos, raza blanca, fumador, se mordía las uñas, etc. Genial, eso sólo nos deja dos posibilidades entonces. No, es broma, eso nos deja con lo mismo que nada a mi entender.

Papeleo, broncas, cafés hasta provocar infartos, más papeleo y para casa. El fascinante mundo de resolver crímenes siempre es más fascinante en TV.

En el camino un neón azul y rosa llamó mi atención, función para la que se crearon. Un escaparate con una gran mano azul y un ojo rosa en el centro. Gebula, adivinadora, Tarot y chismes varios para espíritus de esos. "Lectura de manos". Era tarde, estaba cerrado pero algo me decía que por mucho sueño acumulado que tuviese además de ser un auténtico necio, aquello era mejor que nada y no perdería nada por echar un vistazo mañana. Soy un imbécil por pensar eso, ya lo se pero ...mi madre siempre decía que sería policía, un imbécil, gordo y un borracho como mi padre, si es verdad que se ha cumplido mi destino, que existe un destino, entonces ¿Por qué no intentarlo?

Fui el tonto de la comisaría durante meses y aún me acompaña en las risas de las anécdotas de mis compañeros en el Bar. Las manos estaban demasiado estropeadas y Gebula era una farsante. Me cayó encima una lluvia de capones impresionante, cientos de informes y demás trabajo de oficina. Mi historia con tantas posibilidades de sorprendente, de titular en todas las portadas, adaptación para un guión de Hollywood, etc, sólo es la mayor chorrada que se le pudo ocurrir a un policía cansado, con mucho sueño y muy tonto. El fallo debía de ser de Gebula porque mi madre acertó en todo.