domingo, 14 de diciembre de 2008

El amor con Tristeza


Imágenes vuelan por mi cabeza a toda velocidad. Imágenes de besos, abrazos, gemidos, susurros, caricias, estallidos, escalofríos, caídas sobre cojines, sinalientos, miradas encendidas, miradas tranquilas, vaho de unos labios carnosos, lágrimas. Y me siento vacío. Mis manos se elevan intentando alcanzar mis pensamientos, sentirlos, atrapar los deseos. Y me hago pequeño; Algo insignificante que se arropa a si mismo en un rincón del lugar más escondido de un cuarto de 3 metros cuadrados que se expande hasta alcanzar el aislamiento del eterno infinito.

Unas manos fantasmas recogen mi cara; Los espectrales pulgares dibujan el recorrido de mis lágrimas a la inversa. Siento un beso frío en la frente y oigo un "te quiero" que proviene del mismo olvido. Tristeza se presenta siempre de la misma forma; Ella es así.

El amor con ella es un mar de sudor frío, una sensación helada que recorre todos mis sentidos hasta robar un poco más de mi tiempo de vida; Siempre me roba un pedazo de aliento estrangulándome con su tul blanco, lamiendo mis lágrimas y riendo suavemente en mi oído mientras hace tirabuzones con su nariz en mi pelo.

Deja tras de si una suave brisa ártica y la sensación que jamás se irá del todo.

Quiero un hijo de Tristeza. Le llamaré Odio.