lunes, 17 de noviembre de 2008

Un final


Ella está en silencio, sentada a mi lado, tranquila, cansada. Apenas dos centímetros nuestros hombros pero miles de kilómetros separaban nuestros corazones. Encerrado en un tubo de metal con alas junto a cien almas desconocidas. Odio volar, me asusta, me frena, me impide; Cada sacudida, cada mínimo movimiento me hunde en el pánico. El suelo desaparece, se me escapa de los pies e intento agarrarlo con mis manos. Ella reacciona en alguna ocasión, me mira, callada, sin expresión. Compromiso. No siente nada. Me mira porque cree que debe hacerlo por respeto a mi pero no siente nada.

Todo el tubo se vuelve frío. Me siento helado, solo y asustado. Estoy solo. Nadie puede compartir el miedo conmigo. Las almas alrededor se convierten en humo. Nubes de humo gris sin vida, sin conexión, sin movimiento, sin expresión. Nubes de humo gris y ella. Me ahogo en un único pensamiento. "Si muero aquí, muero solo. No hay nadie en aquí que me quiera. Moriría abandonado. Las nubes grises no me conocen y ella no me quiere. Solo". Quiero llorar, quiero gritar, quiero que me abrace, que coja mi mano, que me mire y ver en sus ojos amor.

Aterrizar es un infierno que pasa rápido. El aire vuelve a inundar mis pulmones y el espacio se expande a mi alrededor. Ya estoy a salvo.

Solo yo he sobrevivido. Ninguna de las almas vuelve a su estado natural, siguen siendo nubes de humo gris. Ella va vaporizándose mientras y frío beso se cuela por mi boca. Al abrir los ojos de nuevo ella se ha perdido entre el resto de nubes grises.

1 comentario:

Celita dijo...

Esto realmente me conmovió!, me pasó algo parecido por eso...fue c volver a recordar, lo que parecía olvidado