miércoles, 23 de enero de 2008

Sin dientes


Las cartas de Wilbur Hunting lo confirmaban, era un suicidio en toda regla. Un agente las había encontrado en su apartamento debajo de la cama. Cerradas y con sello pero no habían sido enviadas; Todas con la misma dirección. Wilbur Hunting dejaba en todas ellas sus claras intenciones de quitarse la vida, de no soportar más tanto dolor y tantas ansias de amor. Todo le parecía perdido, todo le parecía un infierno sin su amor.

El detective Hyves conocía bien a Wilbur y ahora sobre su mesa tenía un montón de cartas de éste, las fotos del cadáver y de la escena y un expediente por redactar que no podía ni mirar sin que le saltasen las lágrimas. -¿Por qué lo has hecho amigo, por qué no me dijiste nada?- se torturaba Hyves, golpeando con todas sus fuerzas sobre la mesa. Se sentía impotente, desconcertado pero, ante todo se sentía estúpido; ¿Quién era ese amor, por qué no sabía nada de esa relación de Wilbur?

Las cartas no mencionaban ningún nombre en concreto, sólo motes cariñosos y nombres inventados por la más pura imaginación amorosa y pastelera. Pero tenía una dirección, el 16 de Goose Street, una calle entre siniestra y bohemia; La calle Goose era un nido de bichos raros con tiendas especializadas en bichos raros, digamos que no es el barrio ideal para criar a tus hijos y mucho menos para encontrar una persona con quien tenerlos, aunque por lo visto Wilbur encontró la aguja del pajar según sus cartas. Hyves se presento en el edificio, tres plantas, dos pisos por planta, una comunidad pequeña donde seguramente alguien habría visto o oído algo. No tuvo que cansar su cuerpo, castigado la noche anterior por el dolor y el alcohol, ya que era en la planta baja donde se dirigía; No hubo respuesta, ni tampoco en el piso de enfrente, ni en ninguna otra planta.-Me encanta este barrio, todo son sonrisas y buena gente dispuesta a colaborar-. Hasta los cojones, Hyves decidió "asesinar" a esa puta puerta que no quería abrirse, gritando como un loco recordando las fotos de su amigo muerto. La puerta "murió" y cedió el paso a una vivienda vacía.-¡Me cago en la puta, joder!- No parecía haber nadie, no parecía que hubiese habiado alguien en la puta vida. Hyves recorrió aquel piso fantasma, lleno de polvo, periódicos amarillentos y de suelo pegajoso; ¿Que pretendía encontrar allí, una mujer con un vestido blando flotando a lo fantasma? -Joder- esto le superaba, estaba demasiado implicado y no podía pensar. Al final del pasillo parecía estar el dormitorio y cuánto más se acercaba un pequeño suspiro parecía colarse por debajo de la puerta. -Me cago en la ostia, joder, esto parece una puta historia de fantasmas a pleno día-. Hyves giró el pomo lentamente hasta abrir lo suficiente para colar un ojo. Había una mujer vestida de novia hablando con alguien que aún no llegaba a ver y decidió dejarse de chorradas y entrar de una jodida vez. -¡Policía, todos quietos!- La puta novia se hechó sobre él como una auténtica puta loca salida del infierno.-¡No, no te la llevarás!-gritaba ella intentando desarmar al policía. Hyves intentando sacársela de encima la empujó contra en espejo y la novia quedó ko. No había nadie más en la habitación.-Una puta chiflada que habla sola. joder-. Se acercó al cuerpo inmóvil para ver quién era. Cuando volteó el cuerpo -¡joder, Wilbur!-. No podía ser, él mismo había visto el cuerpo de Wilbur, estaba muerto, ¡Muerto! ¿Qué coño era esto, eh, que coño pasaba aquí? Hyves se llevó las manos a la cabeza y un sudor más frió que los cojones de un esquimal nudista le caía por la frente. La novia loca, o bueno, Wilbur, o lo que coño fuese se levantó a toda prisa y se lanzó contra Hyves tirándolo al suelo. Wilbur parecía un puto demonio travesti baboso y sangrante; Miraba a Hyves sonriendo mientras le pisaba el pecho para que éste no pudiese levantarse. Wilbur demonio/travesti empezó a reír como un auténtico chalado y las pintas ayudaban a crear una atmósfera de auténtico terror; Se metió una mano en la boca y empezó e estirar algo de ella.-¡Joder, se está arrancado los dientes!-. Y empezó a lanzarlos contra el policía llenándolo de sangre y asco. Hyves empezó a vomitar mientras que Wilbur parecía encontrar más graciosa que nunca la puta escena. ¿Una mamada polizonte? No te haré daño sin dientes-. Wilbur le pego una patada fulminante en el pecho y empezó a buscarle la polla al policía hasta sacársela y empezar a mordisquearla con las encías sangrantes. Hyves logró reponerse de la ostia y le pegó un patadón en toda la cara, -¡Maldito hijo de puta, cabrón, sonao de los cojones!-. Wilbur cayó al suelo y Hyves lo agarró del cuello y empezó a golpearlo contra el suelo. Para cuando Hyves se cansó de ostiar a Wilbur demonio/travesti éste ya estaba muerto. Su sangre recorría todo el puto y suelo y el cuerpo de Hyves como si éste se hubiese zambullido en la piscina del puto Conde Drácula. Hyves respiraba entrecortado, le dolía todo el cuerpo y el alma parecía haberle abandonado. Salió escopeteado por la ventana escapando de los ataques y felaciones de un muerto.

Hyves esperaba a la policía en su casa, hacía dos semanas que no aparecía por la comisaría y ni radio, tele o periódicos decían nada del suceso; Se comía las uñas hasta llegar a los nudillos, tenía su arma preparada y hacía tres días que no dormía ni un par de horas. Se retorcía en el sillón, tosía y vomitaba, se orinaba encima de miedo y se golpeaba la cabeza contra todos los muebles. En la tele apareció un presentador anunciando una noticia de última hora, habían encontrado el cuerpo del detective Hyves en su casa, se había suicidado y los vecinos alertados por el olor habían avisado a la policía. Al parecer Hyves se había suicidado, había dejado un montón de cartas escritas donde decía que no podía seguir viviendo. -¡Estoy vivo, joder, estoy vivo!- Gritaba Hyves mientras sacudía la tele intentando marear al presentador del telediario. Hyves salió disparado hacia la ventana para chillarle a la puta ciudad que estaba vivo pero en cuanto sacó la cabeza vio que no había nada, todo era oscuridad, alrededor de su piso no había absolutamente nada. Nervioso se giró hacia el salón para ver qué más decía la tele y se encontró frente a Wilbur, que con cara de puto demonio se levantaba lentamente el vestido de novia y le decía - Ven a follarme pedazo de puta humana-.

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