martes, 11 de diciembre de 2007

Under my skin


Un abrazo olvidado y un beso secreto han escapado de mi esta tarde. Me han abandonado para seguir la estela de aquella a quien de verdad he amado. Los he visto marchar y no he podido, ni querido impedirlo, son suyos y a ella han de volver; Yo sólo los retenía como recuerdos que me mantenían el corazón vivo y el alma sangrante como castigo.

Consumo un cigarrillo al igual que consumí la única vela que daba luz a mi humanidad, sin ella estoy perdido; Uno no tiene alma por si mismo, el alma de uno es el alma de otro.

Puedo ver a los pecesojo nadando en mi piel intentando cosquillearme en consuelo, burbujeando en mis oídos y coleando en mis dedos como queriendo jugar conmigo. Nada es, nada existe, nada vive o muere, nada es nada porque hoy todo es nada y la nada lo es todo.

Mis manos, hueso y pellejo, tiemblan por su vida, querría arrancarlas con mis dientes, dedo a dedo, olvidar qué es el tacto, qué es el tacto de su cuerpo, su pelo y sus labios; Cerrar los ojos hasta matarlos pues no merezco la visión de su recuerdo; Golpear mi rostro contra la pared y destrozar mi nariz para olvidar el perfume de su cuello; Gritar hasta reventar mis oídos para no evocar sus palabras y recordar cuánto nos habíamos amado; Y finalmente morder mi lengua para no tener que sufrir el rechazo cuando le diga que todavía la amo.

Hoy yo soy El Niño Perdido.

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