jueves, 15 de noviembre de 2007

Abrazado a una sombra


Con la piel erizada por una melodía, una de aquellas canciones que hasta en el momento más feliz de nuestra vida nos hacen llorar de emoción, siento un abrazo fantasmal; La sensación de que siempre hay alguien conmigo en los momentos que más lo necesito. Notas una suave caricia en la mejilla, un beso frió en la frente o en los labios, una presencia cercana que da calor aún su espeluznante naturaleza.


Hace muchos años creía que la Luna me escuchaba, me entendía y me acompañaba en las frías mañanas de invierno camino al colegio. Únicamente con creerlo ya me sentía acompañado y notaba ese abrazo que ella me enviaba desde el mundo de las estrellas. Era suave y caluroso, tranquilizador como el de una madre, pero tierno como el de una amante. Creo que llegué a enamorarme de la Luna, del ideal que suponía y la falta de alma gemela aquí en la Tierra. Incluso en más de una ocasión había llegado a llorar de lo desesperante que es amar la Luna. Rezaba por convertirme en Noche, dejar de ser un triste chico y ser poeta eternamente. Era adicto al abrazo fantasmal que la Luna me ofrecía en mi soledad.


Hoy ésta sensación me acompaña, mi abrazo frío y cálido, los besos de otro mundo que me dan paz y sosiego y lamen mis lágrimas. Hoy que ya no soy un triste chico sino un triste hombre se con toda seguridad que es la Luna quien me abraza y besa; Hoy que ya he visto súcubos e íncubos, que me han acariciado, besado y he retozado con ellos, soy capaz de entender los abrazos y besos de la Luna. Es ella quien ahora se siente atraída por mi, es ella quien me busca en la noche, mira a la Tierra buscándome, intentando percibir mi olor y rozar mi cuerpo.


La Luna quiere mi sexo y yo aún quiero ser Noche

No hay comentarios: