miércoles, 11 de junio de 2008

Juventud Sónica


Todo es oscuro. Todo se funde en un mismo tono que engulle la luz y los objetos dejándome desnudo frente a la nada con un mazo en mi mano. Intento taparme de miles de ojos que se abren en la oscuridad; Ojos que parpadean y sonríen, ojos que espían, ojos que siguen, ojos que lloran, ojos que gritan -¡Destruye!-. Frente a mi, una mesa puesta para 500 comensales. Porcelana preciosamente decorada, preciosamente frágil y delicada; Cristalería finísima, parece romperse con tan sólo posar la vista sobre ella, copas relucientes que brillan como estrellas en medio toda esta gran nada, infinita nada. Cubiertos de plata con filigrana de oro que deslumbra tan intensamente que mis pupilas son ahora blancas casi transparentes. ¡Me duelen! ¡Mis ojos, me cago en la puta, joder!¡Aahhg, ostia, mis putos ojos! Los presiono con tanta fuerza que me revientan; Un estallido de sangre motea la nada.

Los ojos se ríen, los ojos me gritan y abuchean. Los ojos y toda esta puta mierda ... ¡Se pueden ir a la puta mierda! Me abalanzo sobre la mesa y con el mazo, manos, piernas y cabezazos destrozo todo lo que sale a mi encuentro. Los cristales atraviesan mi piel y cortan mi cuerpo, los tenedores clavados en el pecho y los cuchillos incisan mis dedos. Todo está tan afilado que mis gritos se desgarran y se paraliza la inercia destructora de mi cuerpo. Sigo. ¡Joder si sigo! Puta nada de mierda, putos vasos, platos y cubiertos, puta jodida mesa y jodidos putos ojos de los huevos. Grito, grito, grito y grito y todo estalla. La nada estalla, todo revienta y miles de brillantes partículas se estancan en el aire como rodeándome de estrellas. Ya no sangro y miles de costras inundan mis manos, brazos, cara y pecho; Las costras se mueven, lentamente, como palpitando y avanzan hacia el mismo punto de mi pecho. Sólo hay una gran costra, una sola sobre mi esternón. Me duermo.

He soñado, he soñado que corría en un prado cogido de la mano de mi alma, una mujer, era una mujer y era mi alma y me daba besos en la mejilla. De repente sudaba, sudaba y me ahogaba en el sueño. Estoy despierto, mirando la gran costra. Es gris casi negro ¿Es la nada, joder, joder, joder, es la nada?¡Mierda! Me rasco y la costra se va pelando; Saltan pedacitos de sangre y piel seca sobre mis pies y me pican, me muerden porque son hormigas. Sacudo los pies y mi cuerpo se estremece. Me siento en el suelo para mirarme los pies de cerca. No hay nada. Sigo rascándome la costra y ya no salen hormigas, sólo es sangre seca pero no acaba; Empiezo a cavar un boquete en mi pecho, no sangra. ¡No sangra! Joder, no sangro. Me muerdo el brazo, aprieto fuerte y no sangro, me arranco un buen cacho de piel y no sangro. Me río, me río y reaparecen los ojos. Ojos que ríen, ojos que lloran, ojos que siguen y ojos que ruedan. Ojos que gritan -¡Destruye!.

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